miércoles, noviembre 21, 2007

Por primera vez me voy a sincerar, así que aproveche y ponga toda su atención: Soy un adicto y fanático de dos cosas:

1) A soñar que Chile gane un mundial, y

2) a la música.

Lo que se ponga en la radio lo escucho. Claro, tengo que discriminar muchas veces, pero lo hago porque hay música que objetivamente no tiene razón de ser. Bueno, al grano. En este preciso momento estoy escuchando “E uma partida de futebol”, tema propio y propicio de la semana que estamos viviendo y vibrando, con las eliminatorias para el mundial de Sudáfrica.

No le voy a mentir, siempre he enviado la mística y pasión con la que los mismos brasileros y los argentinos vibran con el fútbol. Si es cosa de escucharlos. Canciones del rock argentino que dicen: “Quisiera ver al Diego para siempre, gambeteando con toda la inmensidad”, o ver videos que muestran imágenes de sus jugadores vistiendo con orgullo la albiceleste y con una canción de fondo de Fito que dice “y dale alegría, alegría, a mi corazón”. ¡Tremendos!, ¡Únicos!, es ahí cuando me baja la envidia y quiero hacerme argentino. ¡Pero no!, el sentir mercenario y acordarme de momentos como la batalla de Maipú, hacen retomar fielmente mi idiosincrasia.

¿Qué le voy a hacer?, si mi sueño ha sido ver a los chilenos igual de orgullosos que los trasandinos y los negros por su selección. ¿Orgullosos de qué? Esa es la primera pregunta que se me viene a la cabeza después de tratar de soñar con Chile (Fútbol Club). La verdad, de nada. Nuestro mejor logro en la historia y del que nos seguimos jactando fue un tercer lugar en el Mundial de 62`. Y ahora último el que sacó la sub. 23 en Canadá. Ese hizo soñar con el recambio generacional que tanto estábamos esperando, después de la dupla ZA-SA (Zamorano y Salas)

Y con el último suceso “Bielsa” por fin estas eliminatorias se comienzan a vivir con un ambiente distinto, al menos para los chilenos. Obvio, Chile de Bielsa juega (seamos honesto, antes no jugaba. Ahora con lo poco que hace encanta), Chile de Bielsa gusta (volvamos a ser honestos, ¿desde cuando que no sufríamos pidiendo la hora para sacar un triunfo o un punto?) y el Chile de Bielsa ilusiona.

Pero eso no basta, y descubrí cual es el verdadero problema de nosotros los chilenos. Y hasta que no lo cambiemos, no vamos a ser campeones mundiales de nada. Fue la misma canción que escuchaba al principio, la que me demostró en una de sus frases cual es nuestra falencia: “A bandeira no estádio é um estandarte” (la bandera en el estadio es un estandarte). El brasilero le toma el peso a su bandera y a su patria. ¡Eso es cultura nacional! En cambio nosotros tenemos una figura pseudo ovalada que tiene la bandera chilena media desformada y su razón de ser es que simboliza el estadio nacional. ¡¿Por qué no está el escudo nacional, al igual que para las eliminatorias del 98?! ¡El logo oficial de la ANFP es el que tiene el escudo nacional!, y no el ovalo conceptual que se les ocurrió poner en la polera de la selección. Hasta que nuestra gente y nuestros jugadores lleven el escudo en el corazón - y jueguen no sólo con él, sino, por él - vamos a seguir siendo una ilusión en el fútbol. Hasta que el chileno no tenga arraigada en su cultura defender la patria, no vamos a tener nada que salir a defender por sentirnos orgullosos. Sólo eso nos va a permitir ser campeones del mundo. Sólo eso nos va a hacer tener una razón importante y constante de porque ganar. Sólo el amor por nuestra patria, nos va a hacer ganar e impregnar un sentir general por ser chileno. El mismo sentir, producto del amor a la patria, que nos hizo ganar tantas batallas.


Señor Harold Mayne-Nicholls, por favor termine de cambiar lo último que hace falta.

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